Un buen amigo compartió hace poco conmigo un pensamiento que me ha dado mucho que pensar en los últimos dÃas: el poder de actuar, de la acción.
Es una idea acerca de la que creo no me he parado nunca a reflexionar pero que comparto y que creo que a veces aplico y que desde luego me gustarÃa tomar como hábito.
A mi me pasa frecuentemente que un problema o duda se instala en mi mente y comienzo a darle vueltas, a veces de forma incesante, y llega un momento en el que pienso y pienso en cual es la mejor opción, solución o camino a escoger.
A veces la solución no llega, y esto nos duele, y en mi caso en ocasiones te llega a paralizar. Quizás es la parálisis de la indecisión, del miedo o del temor a no actuar. Para vencer esta fuerza de inercia que nos deja estancados, a veces es bueno simplemente ACTUAR.
Una vez entramos en acción, nos movemos, en ocasiones ocurre una cosa sorprendente: se despierta en nuestro interior algo que permite ayudarnos a encontrar la decisión que necesitábamos tomar. Otras veces el mismo movimiento genera nuevas alternativas, opciones, conocemos gente que nos ayuda o con la que podemos aprender y compartir nuestras inquietudes. O quizás, al decidir entrar en acción, nos decantamos directamente por un camino, que puede ser o no el correcto, pero desde luego es mejor que estar paralizado dándole vueltas a la cabeza.
El miedo. Creo que eso es lo que nos impide actuar y asumir las riendas de nuestra propia vida. Tenemos miedo a lo desconocido, miedo a fracasar, miedo a salir de nuestro cÃrculo de comodidad y sobre todo miedo al cambio.
Ya sea por una relación de pareja que no funcione, un trabajo que nos hace infelices o una situación incómoda con algún conocido. Todo ello nos lleva a vivir una vida que, ni nos gusta ni creemos que hemos elegido vivir, terminando por hacer lo que otros quieren que hagamos, aceptando con resignación esta situación que se asume a cambio de cierto grado de comodidad, pero que no nos engañemos, nos alinea y nos hace ser personas tristes y sumisas. En todos los casos el miedo nos paraliza y nos impide reaccionar, enfrentarnos a la situación y ser nosotros mismos.
Creo que estas simples reglas se pueden aplicar para vencer el miedo y actuar en todas las situaciones de nuestras vidas:
Centrarnos en cultivar el hábito, costumbre o habilidad positiva contraria o complementaria a la que tememos o queremos cambiar. Si, por ejemplo tenemos miedo a hablar en público es probable que nos digamos a nosotros mismos que somos tÃmidos, tenemos verguenza, no hablamos bien o sÃmplemente nuestra imagen no gustará. Centrarnos en ser locuaces, estar abiertos a conocer nuevas personas, mejorar nuestra capacidad de comunicación o tener una buena presencia serÃan cualidades en las que si nos centramos en ellas y conseguimos adquirir, automáticamente eliminarÃan las negativas y producirÃa el resultado que buscamos.
Dejar de criticarnos a nosotros mismos y de decir a los demás lo mal que hacemos algo. La mayorÃa de las veces somos nosotros mismos nuestro mayor obstáculo. Decir a todo el mundo que somos un desastre en la cocina no ayudará a cambiar la situación, si es que queremos aprender a defendernos en ella.
Dar por hecho que hemos conseguido lo que nos proponemos. Cambiar por ejemplo el «no soy capaz de relacionarme con gente desconocida» por «me encanta conocer gente nueva». PodrÃa pensarse que esto serÃa un auto-engaño, pero nada más lejos de la realidad. Es llevar la visualización al mundo real, al dÃa a dÃa, nuestro subconsciente a base de repetirlo al final se convence y el cambio se produce.
Actúa… YA. Deja de dar rodeos. Si algo no funciona ¡cámbialo! Si llevas meses tratando de enfrentarte al hecho de decirle algo a una persona concreta, ¡hazlo ya! llámala y queda con ella, dÃselo, no esperes más. Si llevas años queriendo realizar un sueño como por ejemplo, tirarte en paracaÃdas (por cierto tengo un amigo que es experto en esto, si alguien quiere saber cómo hacerlo os pongo en contacto) ¡hazlo ya!
Si a lo que te enfrentas crees que es demasiado grande… divide y vencerás. Nadie se imagina poder subir una montaña de un brinco, pero paso a paso, con paciencia se consigue. Lo que está claro es que la montaña no se escala contemplándola desde lejos y quejándonos de que es demasiado alta para subirla. Hay que dividir, dosificar el trabajo, planificar etapas, descomponer el pastel en trozos y convertir la cuesta en una escalera, cuyos peldaños creamos nosotros mismos y nos ayudan a ver el progreso continuo y darnos cuenta que estamos alcanzando lo que queremos.
Ten fe en ti mismo y cree en lo que estás haciendo. La frase de la Fe mueve montañas tiene mucho sentido, cuando una persona está verdaderamente motivada y cree en lo que está haciendo su capacidad de transmitir a los demás y contagiarles de ese entusiasmo y fe en lo que está haciendo es increÃble. Una persona que cree en lo que hace firmemente tendrá más posibilidades de conseguirlo que los que actúan motivados por un impulso externo o por miedo.
Comparte tu plan, tu sueño o lo que quieres conseguir. A veces la soberbia o el egoismo nos llevan a ocultar para nosotros mismos nuestros sueños o lo que queremos conseguir. Creo que esto es un error, compartir sin duda es más beneficioso que estar solo. Se pueden conseguir muchas más cosas cuando se comparte una idea entre varias personas y se abre un proyecto o iniciativa a otros. Con el ejemplo anterior de tirarse en paracaÃdas ¿no serÃa más divertido hacerlo con los amigos y grabarse en vÃdeo?
Impossible is Nothing. Recuerda esta frase «No hay nada imposible» lema que hizo suyo una conocida marca deportiva y cuyo anuncio merece la pena ver:
Algunos se escuchan a si mismos, en lugar de escuchar lo que dicen los demás.
No son fáciles de encontrar, pero cuando aparecen… te recuerdan que,
si te propones algo y aunque las crÃticas te hagan dudar,
es bueno creer que no existe el no puedo, el no me atrevo o el imposible…
Nos recuerdan que está bien creer que nada es imposible.