Hace tiempo que quería escribir un artículo titulado así y creo que hoy es un buen día para ello.

Una de las cosas que más me emocionan y motivan es algo tan sencillo como a la vez mágico… cada día sale el sol, aunque no nos demos cuenta de ello. De esto te das cuenta cuando coges un avión en día totalmente nublado como el de hoy y cuando el avión sobrepasa las nubes ves el sol brillando con todo su esplendor.

Si puedo me gusta sacar alguna fotografía desde la ventanilla del avión, algunas de ellas son muy inspiradoras, como estas que he sacado:

Todos los días sale el sol

El Teide y el sol por encima de las nubes

Amanecer por encima de las nubes en el Mediterráneo

El sol siempre brilla por encima de las nubes

Este concepto me motiva a seguir adelante, a tratar de ser optimista y positivo, a confiar en que por encima de la oscuridad hay luz y ese símil lo he decidido llevar a la práctica en el día a día con la gente que me rodea. Por ejemplo, hay personas con las que por un motivo u otro no conecto o con las que cuando estoy a su lado, me siento incómodo. Creo que yo mismo me centro en las nubes negras que tapan el esplendor que realmente tiene esa persona, por muy detestable que me resulte.

Ese ejercicio de tratar de vislumbrar la luz en la oscuridad de las personas, la belleza en la fealdad o en lo grosero, en la inmundicia y en la enfermedad me resulta de lo más enriquecedor y llena por completo mi ser. Cuando miro con el alma y el corazón en lugar de con la mente empiezo a «ver» y eso es muy grande. Comienzas a comprender por qué ciertas personas hacen lo que hacen y dejas de juzgarlas, criticarlas y hasta rechazarlas.

No es un ejercicio fácil, pero merece mucho la pena y los resultados son asombrosos.